En esta entrada conocerás el cuento del Ratoncito Pérez, y una vez terminado, podrás encontrar un análisis sobre los valores que transmite este cuento, así como la necesidad de utilizarlo en la vida de nuestros hijos. ¡Te aseguro que te interesa conocer todo lo posible sobre este pequeño gran personaje!
Antes de empezar, si quieres saber más sobre el Ratón Pérez, en este enlace tienes un completo artículo sobre todo lo que debas saber.
Sin más dilación, comenzamos con el cuento:
Cuento del Ratoncito Pérez
“Pepito Pérez era un pequeño ratoncito de ciudad. Vivía con su familia en un agujerito de la pared de un edificio. El agujero no era muy grande pero era muy cómodo, y allí no les faltaba la comida. Vivían junto a una panadería, por las noches él y su padre iban a coger harina y todo lo que encontraban para comer.
Un día, Pepito escuchó un gran alboroto en el piso de arriba. Y como ratón curioso que era, trepó y trepó por las cañerías hasta llegar a la primera planta. Allí vio un montón de aparatos, sillones, flores, cuadros…, parecía que alguien se iba a instalar allí.
Al día siguiente, Pepito volvió a subir a ver qué era todo aquello, y descubrió algo que le gustó muchísimo. En el piso de arriba habían puesto una clínica dental.
A partir de entonces todos los días subía a mirar todo lo que hacía el doctor José Mª. Miraba y aprendía, volvía a mirar y apuntaba todo lo que podía en una pequeña libreta de cartón.
Después practicaba con su familia lo que sabía. A su madre le limpió muy bien los dientes, a su hermanita le curó un dolor de muelas con un poquito de medicina… Y así fue como el ratoncito Pérez se fue haciendo famoso.
Venían ratones de todas partes para que los curara. Ratones de campo con una bolsita llena de comida para él, ratones de ciudad con sombrero y bastón, ratones pequeños, grandes, gordos, flacos… Todos querían que el ratoncito Pérez les arreglara la boca.
Pero entonces empezaron a venir ratones ancianos con un problema más grande. No tenían dientes y querían comer turrón, nueces, almendras, y todo lo que no podían comer desde que eran jóvenes. El ratoncito Pérez pensó y pensó cómo podía ayudar a estos ratones que confiaban en él.
Y, como casi siempre que tenía una duda, subió a la clínica dental a mirar. Allí vio como el doctor José Mª le ponía unos dientes estupendos a un anciano. Esos dientes no eran de personas, los hacían en una gran fábrica para los dentistas. Pero esos dientes, eran enormes y no le servían a él para nada.
Entonces, cuando ya se iba a ir a su casa sin encontrar la solución, apareció en la clínica un niño con su mamá. El niño quería que el doctor le quitara un diente de leche para que le saliera rápido el diente fuerte y grande.
El doctor se lo quitó y se lo dio de recuerdo. El ratoncito Pérez encontró la solución: ‘Iré a la casa de ese niño y le compraré el diente’, pensó. Lo siguió por toda la ciudad y cuando por fin llegó a la casa, se encontró con un enorme gato y no pudo entrar.
El ratoncito Pérez se esperó a que todos se durmieran y entonces entró a la habitación del niño. El niño se había dormido mirando y mirando su diente, y lo había puesto debajo de su almohada.
Al pobre ratoncito Pérez le costó mucho encontrar el diente, pero al fin lo encontró y le dejó al niño un bonito regalo. A la mañana siguiente el niño vio el regalo y se puso contentísimo y se lo contó a todos sus amigos del colegio.
Y a partir de ese día, todos los niños dejan sus dientes de leche debajo de la almohada. Y el ratoncito Pérez los recoge y les deja a cambio un bonito regalo. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
FIN”
¿Te ha gustado el cuento del Ratoncito Pérez? Vamos con el análisis de esta historia.
¿Qué valores transmite?
El Ratoncito Pérez es una de las historias más populares en todo el mundo, y no es por nada. El mensaje que propone es potente precisamente gracias a que personifica dicho mensaje en un personaje amigable y con buenas intenciones que está haciendo algo por los demás, y que los niños pueden ayudarle a hacer ese algo.
¿Y de qué manera pueden ayudar los niños? Pues precisamente lo harán ayudándose a sí mismos, y esto es, cuidando sus propios dientes.
La fórmula del Ratón Pérez es una forma completa de crear algo que trasciende más allá del cuento y lo personifica en un concepto, un personaje y una misión. Es el mejor símbolo posible para hacer que los niños entiendan que se deben lavar los dientes, pues por supuesto que habría formas más contundentes, como hacerles notar que en un futuro se podrían caer o les podría salir algún tipo de infección en la boca, pero algo tan desagradable no es algo que se deba utilizar como primer recurso con un niño pequeño.
Está bien que lo sepan, pero explicado de tal manera que primero deben ver si mediante el conocimiento del Ratón Pérez sale de ellos mismos desarrollar unos buenos hábitos con la limpieza bucal.
Por ejemplo se pueden dar cuenta de lo importante que es cuando sepan que el diente que se acaba de caer está sucio y el ratoncito lo verá. De hecho es algo que a mí de pequeño me preocupaba, me avergonzaba pensar que vería un diente sucio, y me esforzaba más para la próxima.
Además de todo el mensaje, es un cuento agradable que puede ser leído por las noches si el niño no puede dormir, e incluso se puede ir un paso más allá y comprarles una cajita de dientes o imprimir algunas cartas que podría mandar el ratoncito a los niños para que comprendan la importancia de tener los dientes más limpios o para felicitarles si antes no se lavaban bien los dientes pero conforme pasan los días aprenden a mejorar, siendo ese un incentivo muy positivo.
En este enlace tienes algunos modelos de cartas que puedes imprimir, copiar o utilizar como referencia a voluntad, y que pueden ayudar a incentivar a los pequeños de la casa.